Descripción
Político, escritor, académico..., Juan Agustín Ceán Bermúdez es uno de los asturianos más ilustres de todos los tiempos y quizás uno de los más desconocidos al no trascender su obra al gran público. Es una figura muy destacada del periodo de la Ilustración que tiene que ligarse estrechamente con la de Jovellanos, quien le hizo sombra en todos los momentos.
Nace en el concejo o municipio asturiano de Gijón, en la parroquia de Jove, el 17 de septiembre de 1749, en el núcleo de una muy modesta familia encabezada por Juan Francisco y Manuela María. Los Ceán Bermúdez eran de otras tierras y se establecen en Gijón, siendo unos de ellos, el abuelo y padrino del biografiado Juan Agustín, de profesión escribano y propietario de un mesón en la calle Corrida. Las cosas no van bien para Juan Francisco, que con ayuda del escribano se instala como mercader. El abuelo tiene buenos amigos y, viendo que el niño era estudioso y trabajador, se decide que pase a estudiar a Oviedo, al colegio de los jesuitas. De joven, sus padres ya no tienen dinero para costearle los estudios superiores. El abuelo, conocedor y amigo de los Jovellanos, le solicita ayuda. Así, recibe la noticia de que va a ser paje de Gaspar Melchor de Jovellanos, que ya había recibido en Burgos de Osma el grado de Bachiller en Leyes en 1761 y en Ávila en la Universidad de Santo Tomás el de Licenciado, Doctor y Maestro en Cánones en 1763. En 1766 ya están los dos en Alcalá de Henares. A finales de 1767 Jovellanos cambia de destino por real despacho de Carlos III de 31 de octubre de 1767, alcanzando nombramiento de Alcalde del Crimen de la Audiencia de Sevilla. El 18 de marzo de 1768 emprenden juntos la marcha y llegan el 28 de ese mes. A la vez que en Jovellanos despiertan los pruritos poéticos, en Ceán lo hacen los pictóricos, lo que le lleva a recibir clases de pintura de Juan Espinal. Allí prueba su inclinación hacia las artes. Son estos unos años de mucha labor poética y de muchas relaciones artístico-literarias que lo alzan dentro del concierto patrio de hombres significativos de un nuevo estado de cosas. Diez años después, en agosto de 1778, Jovellanos recibe el nombramiento de Alcalde de Casa y Corte de Carlos III. Llegan a Madrid el 13 de octubre y se establecen en la residencia de la plazuela del Gato. Es a partir de ese día y año cuando Jovellanos comienza los contactos de todo tipo, entre ellos los que establece con el pintor de cámara Antonio Rafael Mengs, a quien expone que albergue bajo su patrocinio a Ceán, que fue discípulo suyo entre la última semana de octubre de 1778 y la primera de 1779. De la plazuela del Gato pasan a la carrera de San Jerónimo. Y asisten a la tertulia de otro asturiano, el conde de Campomanes, que, de acuerdo con los datos que nos ofrece, acudían a ella los principales sabios de la corte. Allí conoce a Francisco Cabarrús, ocho años más joven que él. Cabarrús lleva camino de ser una figura importante, y a petición de Jovellanos, admite a Juan Agustín a sus órdenes para que corra la misma suerte que su destino. Son años de ir viajando de una ciudad a otra, experiencias que le servirán para hacer acopio de datos útiles para sus obras especializadas, y va haciéndose con cuadros, dibujos, bocetos que irán a parar después al Instituto Jovellanos de Gijón. De otra manera, aquel destino suyo alcanza carta de naturaleza cuando a Cabarrús le encomiendan el establecimiento del Banco de San Carlos el 2 de junio de 1782. Ceán sigue al lado de su mentor ya incorporado por primera vez a un cargo público, y al poco tiempo, junto a Jovellanos, se traslada a una nueva casa en la calle Juanelo que él mismo encarga decorar. Su actitud va a ser premiada con un ascenso a los tres años: oficial mayor de la secretaría de San Carlos, lo que le permite trabar amistad con las principales figuras de las letras españolas. Aquél era el tiempo de unos poetas prerrománticos que tenían seudónimos bucólicos, moda de la que participa Ceán Bermúdez con el seudónimo de Bermudo. A sugerencia de Jovellanos, Leandro Fernández de Moratín va a ser también secretario de Cabarrús en 1786. En cuanto dependientes del mago de las finanzas, los va a unir una estrecha amistad. Gracias al Epistolario de Moratín, somos capaces de conocer algo de la vida de Ceán en este tiempo. La muerte de Carlos III supone la caída del ministerio de Floridablanca. Carlos IV, tras unas primeras gestiones afortunadas, acaba siendo retirado por el espíritu fuerte de su mujer, María Luisa, que no tardando mucho tiempo le concede privación a Manuel Godoy. Cae Cabarrús y Jovellanos arriesga el prestigio en defensa del vencido. Ceán se pone de su lado. En Gijón, a primero de enero de 1790, le nombran juez segundo de la villa. Lo del Banco de San Carlos iba a costarle a Cabarrús la cárcel; a Jovellanos, el destierro, y a Ceán una cesantía que implicaba el traslado a Sevilla, donde estaba desde 1791 dirigiendo el arreglo del Archivo General de Indias. Jovellanos, en 1795, se comunica con el amigo, que le va dando cuenta de todos los datos que encuentra, y le tiene presente en su primer testamento. Cabarrús, cuando obtiene el favor de Godoy, lo insta a que dé paso a un nuevo ministerio, del que iban a formar parte Francisco Saavedra y Jovellanos. La revolución francesa es como una nube amenazadora, sobre todo después del establecimiento del Directorio en octubre de 1795. Siendo Jovellanos ministro de Gracia y Justicia (decreto de 21 de noviembre de 1797), Ceán regresa a Madrid, y al ofrecerle su paisano una de las dos secretarías de Estado que tenía a su cargo, acepta a condición de que para hacerlo con fundamento mandase traer de Madrid diez grandes índices que él escribiera. Esto es su aval. El rey lo va a nombrar oficial de la secretaría para el Estado de Gracia y Justicia de Indias. En palacio siguen las intrigas palaciegas y la envidia de Godoy hacia estos dos hombres justos, a los que separa de sus ministerios respectivos en 1798. Jovellanos, por su honradez, va hacia Asturias camino del destierro. Ceán Bermúdez queda solo, trabajando en la obra del Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España, que con refrendo de la Real Academia de la Historia va a publicarse en 1800. Al año siguiente Jovellanos es desterrado a Mallorca y allí, en la Cartuja de Jesús Nazareno de Valldemuza, hace un nuevo testamento en el que tiene presente al amigo, que estaba desterrado por entonces en Sevilla. Siguen carteándose, convencidos de que el tiempo ha de aclarar las situaciones. La caída de Godoy en 1808 hace que abdique Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII, el Príncipe de Asturias. Llega después la guerra de la Independencia con el cortejo de patriotas y afrancesados. Juan Agustín sigue en Sevilla a lo suyo, dedicándose a la investigación, solidarizándose con las odas patrióticas de Manuel Quintana o con el Canto guerrero para los asturianos, de Jovellanos, que tras despedirse de él en la isla de León, retorna, sin conseguirlo, al que no es puerto seguro en su Gijón natal. En 1811 mueren uno tras otro, Juan Arias de Saavedra, Juan de Villanueva, el marqués de la Romana y el propio Gaspar Jovellanos. La Real Academia de la Historia, el 10 de enero de 1812, se decide a manifestar a Ceán el dolor por la pérdida del patriota insigne, y además, que se haga una alabanza histórica a la que aporte los conocimientos insustituibles un Juan Agustín que ya es supernumerario de tan docta institución. Pone manos a la obra, a la vez que se inicia en las Cortes de Cádiz la apertura hacia el liberalismo. Nacen así, en 1814, las Memorias para la vida del Excelentísimo Señor don Gaspar Melchor de Jovellanos, y noticias analíticas de sus obras, que es la primera y principal biografía que sirve de base a todos los estudios posteriores. Fernando VII pisa tierra española en 1814. La guerra de la Independencia terminó. Los afrancesados en el exilio viven días de nostalgia. Uno de ellos, Moratín, se interesa año tras año por la muerte de Ceán. Juan Agustín va a morir en Madrid el 3 de diciembre de 1829.
Otras obras destacadas Ceán son: El Sumario de las Antigüedades Romanas que hay en España (1834), Diálogos sobre temas artísticos (1819-1822), Colección Litográfica de Cuadros del Rey de España (1826), Vida de Juan de Herrera, Arquitecto y Aposentador Mayor de Felipe II, Descripción de la Catedral de Sevilla (1804) y Catálogo de las pinturas y esculturas de la Academia de San Fernando.
Concejo de Gijón
Prehistórico y romano, revolucionario, urbano, minero, metalúrgico, vanguardista, marinero, cosmopolita, festivo y hospitalario. Así es el concejo de Gijón.
Los concejos (municipios) que limitan con el Concejo de Gijón son: Carreño, Corvera de Asturias, Llanera, Sariego, Siero y Villaviciosa. Cada uno de estos concejos (municipios) comparte fronteras geográficas con Gijón, lo que implica que comparten límites territoriales y pueden tener interacciones políticas, sociales y económicas entre ellos.