Vega Infanzón, Diego de la

Personajes históricos
Asturias

Descripción

Marino y escritor que —nos dice Constantino Suárez, «Españolito», en Escritores y artistas asturianos (Oviedo, 1959)— brilló en el primer tercio del siglo XIX. Hermano del catedrático y escritor Andrés Ángel de la Vega Infanzón [ver biografía], nació en Sueiro (El Franco) hacia 1775, en hogar de ilustre ascendencia, hijo de Fernando de la Vega y María Infanzón.

Nada sabemos de su vida hasta que en mayo de 1795 ingresa en el cuerpo de Guardias Marinas. Como tal comenzó a prestar servicios en la urca Presentación, de la que pasó sucesivamente a los bergantines Cuervo y Cazador, continuó luego en las fragatas Guadalupe y Sabina y después en los navíos San Fernando y San Agustín. Siendo guardia marina, ya tuvo ocasión de mostrar su arrojo con mando en algunas lanchas cañoneras y barcos menores en aguas del Mediterráneo en choques contra flotas francesas en los meses de octubre y noviembre de 1798. En diciembre de ese mismo año se le ascendió a alférez de fragata. Su participación en los combates desarrollados en enero de 1799, junio de 1800 y julio de 1801 le fue conquistando consideraciones y fama entre jefes y compañeros, con lo que llegó el ascenso de alférez de navío, alcanzado en noviembre de 1804. A este tiempo corresponde el único testimonio conocido de sus actividades de escritor, que es la Defensa del teniente de navío don Felipe Acevedo, acusado de haber tolerado relajación en la disciplina y otras cosas en la corbeta-correo «Príncipe de Asturias», que mandó en ida y vuelta de Montevideo.

Con la categoría de alférez de navío embarcó el 20 de octubre de 1805 en el navío San Agustín, al mando del brigadier Felipe Jado Cagigal, buque que formó parte de la escuadra conjunta que al mando de los respectivos almirante Gravina y Villenueve libró al día siguiente (21 de octubre) la célebre batalla de Trafalgar contra la armada inglesa que mandaba Nelson. Vega Infanzón fue uno de tantos españoles que en la derrota se cubrió de gloria, y quedó prisionero de los ingleses vencedores.

Unos veinte días después de ese desastre se le ascendía a teniente de fragata y se le destinaba a profesor de Guardias Marinas en el arsenal de El Ferrol, puesto que dejó en marzo de 1807 para desempeñar el de segundo secretario de la Dirección General de la Armada.

En octubre de 1810 se le destinó como supernumerario a la Secretaría de Estado y del Despacho de Marina. Continuó en este centro hasta alcanzar la categoría de oficial mayor, y en ese tiempo le fueron reconocidos sus méritos con galardones como el nombramiento de secretario del rey con ejercicio de decretos, la Cruz de la Orden de Carlos III pensionada y la encomienda de Isabel la Católica. Aquella categoría de oficial mayor le dio la graduación necesaria para ocupar la Intendencia de Marina del Departamento naval de El Ferrol, puesto que se le confirió en 1822.

Pero desempeñó poco tiempo este cargo porque Asturias lo eligió como diputado a las Cortes abiertas ese año, y pasó a ocupar su puesto en el Congreso. Como tal diputado se vio envuelto en las vicisitudes de la Corte, el Gobierno y el Parlamento, en la huida primero a Sevilla y después a Cádiz, a consecuencia de la segunda invasión francesa en 1823. Al negarse el rey al traslado de Sevilla a Cádiz y proponer Alcalá Galiano al Congreso la deposición del monarca y el nombramiento de una regencia por incapacidad del primero, Vega Infanzón combatió con inusitada energía la medida, distinguiéndose como uno de los diputados más adictos al rey. Esto le sirvió, a la caída, poco después, del régimen constitucional y restauración del absolutismo, para volver a su anterior destino de El Ferrol. Esa lealtad, digna de mejor causa, le fue recompensada poco después con la Gran Cruz de Isabel la Católica.

En su destino de intendente de Marina en El Ferrol continuó hasta su fallecimiento, ocurrido en 1832. Dejó en esa ciudad y en la Administración castrense memoria de funcionario modelo por su inteligencia, ilustración y probidad.

Concejo de El Franco

El romanticismo de Viavélez y el genio literario de Corín Tellado, las playas, pedreros y acantilados, el sabor a mar de su cocina, la arquitectura de La Caridad o el Museo de la forja componen un mosaico de emociones único. Así es El Franco.

Los concejos (municipios) que limitan con el Concejo de El Franco son: Boal, Castropol, Coaña y Tapia de Casariego. Cada uno de estos concejos (municipios) comparte fronteras geográficas con El Franco, lo que implica que comparten límites territoriales y pueden tener interacciones políticas, sociales y económicas entre ellos.

 



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